viernes, 24 de septiembre de 2010

Bandola en PDVSA La Estancia


Gregorio Mota y Ramón Polonio Characo en PDVSA La Estancia.
Marzo 2010

El Maestro Pararia.



Don Alejandro Arzola Pararía, cuya natividad se realizó en las tierras frías de Miranda en la segunda década del siglo XX, en un sitio que pocos nombran pero que tiene una significación especial porque es la única toponimia que guarda el nombre de antiguos aborígenes conocidos como Tomuzas, así se llama el caserío donde él vio luz y como dice el poeta Luis Alberto Crespo pegó su primer grito.

Allá hoy solo hay montañas, selva y a lo mejor alguno que otro conuquero que sobrevive en la lejana distancia serrana, donde antes había mucha gente, donde siguen trinando los turpiales y el conoto bucareño colgando de eso enormes patrones forestales floridos de rojo carmesí paseándose sus alturas entre la neblina mañanera.

.Esos mismo que le dieron las primeras notas a su alma de constructor de instrumentos para el deleite y la fruición musical.-De sus manos salieron las octocuerdas que Juan Esteban, su primo, el Geógolo de la Bandola por su propio decir, tocó en todos los bailes y conciertos que en vida ofreció para hacerse eterno entre todos nosotros, él era el autor material e intelectual de las creaciones instrumentales de Don Alejandro.

Desde que aprendió en Río Chico a blandir la bandola, que para entonces era y todavía es un centro de comercio de la zona, no ha dejado de enseñar, incluso hoy inhabilitado físicamente, los consejos a su hijo Marcos y discípulos van acompañados de la sabiduría y sapiencia de antiguos aprendices, por eso es el Maestro Parariá, categoría que se ha ganado por años de enseñanza que con paciencia ha labrado desde que era un joven de la mano de Angel Matute y Pedro Pablo Arteaga.
No existen registros sonoros ni escritos de tales maestros, pero si escuchamos las grabaciones de la bandola de Pedro Pablo Arteaga, desde Río Chico podemos intuir ese sonido ancestral que el negro tomó para vibrarla al ritmo del tambor, seguramente así sonaban las primeras bandolas que oyó Parariá y que aprendió a tocar y luego a construir.
Su último gran aporte para la conservación del instrumento es la escuela que formó junto a Fernando Millán en Clarines estado Anzoátegui con apoyo de PDVSA y de donde han salido nuevas promesas de lutiers que darán continuidad ala obra del maestra Alejandro Arzola Parariá.

El Maestro Alejandro Arzola Parariá como los viejos cedros hoy da el mejor sonido a sus creaciones, sus memorias estan por escribirse y todavía por componerse uno de esos pasajes que evoquen su paso por la vida acompañado de un viejo cuatro y una bandola guaribera de ocho cuerdas.

lunes, 13 de septiembre de 2010

JULIAN CAMACHO