lunes, 18 de octubre de 2010

Dos generaciones.


Gregorio Mota y Dionisio Bolívar "El muchachote de Ocumare"


Dionisio Bolívar y Gregorio Mota, uno de Ocumare en los Valles del Tuy en Miranda y el otro de los valles de Guaribe en Guárico, distantes por algunas leguas de montañas y caminos y por la edad pero cercanos en un solo propósito, la preservación de los valores más genuinos del joropo central, Gregorio bandolista y heredero de Juan Esteban García en la bandola de 8 cuerdas y Dionisio leyenda viviente de un género que hizo popular el recordado Maestro del arpa central Fulgencio Aquino.
Las enormes manos prodigiosas de Dionisio que como araña tejen las notas musicales de su arpa en tiple y bordón se conjugan para favorecer un arte que esta vivo gracias a su perseverancia no obstante lo avanzado de su edad, no ha variado la rítmica ni la maestría de cuando tocaba golpes por las montañas y pueblos del Tuy en los años 50 y después desde que eran llamados los Angeles Negros junto a Silvino Armas para enseñorearse en el antiguamente llamado Valle de la Pascua, que es el Valle de Caracas donde vive hoy día.
Gregorio se arma con su bandola y en una suerte de trance epiléptico, torcido su cuello como un caballo encabritado y tensada la mano derecha con el plectro saca a las cuerdas lo que la mano izquierda esta mandando en acordes desde el tránsito de un baile de dedos donde se produce melodía y armonía infinitamente original. La estatura de su liderazgo y entusiasmo le da para guiar su equipo de trabajo con el grupo “Cuerda y Madera” donde hace carrera desde hace algún tiempo, pero asociando la actividad fiestera y parrandera con la enseñaza de jovencitos y jovencitas para formar una nueva generación de guitarreos y bandolistas, un trabajo de fundación que le vale la admiración y el respeto de sus congéneres.
Encontrarlos a los dos es un privilegio, una fortuna que vale la pena grabar para rememorar de por vida lo que es una generación de relevo de nuestro acervo musical y patrimonio cultural.

lunes, 11 de octubre de 2010

Polonio: cuatrista y cantor



Su nombre es Ramón Characo Méndez, pero todo el mundo lo conoce como Polonio, un apodo que le colocaron en Guaribe en los años 60 porque hubo un artista de la época de oro del cine mexicano cuyo nombre era Polonio, alguien encontró parecido a Ramón con ese actor y empezaron a llamarlo de esa manera, desde muy niño lo identifican con ese apodo.
Desde muchacho ha trabajado honradamente como vendedor de golfeado, empanadas, limpiabotas y muchacho de mandado hasta que tomó el cuatro de su hermano Francisco sin su consentimiento y comenzó a blandir las cuerdas en los tonos simples del cambur pintón, ton pin bur cam y de allí en adelante el oido prodigioso de Ramón y las ganas de tocar música lo llevaron por un camino que nunca imagino cuando se hizo músico profesional sin estudios pero con mucha pasión.

Cuando Ramón comenzó formalmente como músico lo hizo acompañando al maestro Ramón Martínez quien interpretaba el violín de una manera apasionada que transmitía su efusión cuando apretaba sus dientes , se mordia los labios y giraba su varilla entre las cuerdas templadas de un pasodoble como Campanera, o un interminable merengue que podía durar media hora de ejecución o bien un joropo que levantaba la polvareda de la pista del Club Social Guaribe cuando se efectuaban las fiestas patronales en honor a San José.

En los setentas se integró al grupo gaitero Los Alegres, una agrupación muy popular y querida que tocaba solo música navideña, allí probó en algunas ocasiones su capacidad vocal y la afinación de voz tenor con registros muy altos difíciles de alcanzar por cualquier cantor de su talla, las primeras serenatas fueron de acompañante al cuatro, tamborero o maraquero pero luego era su voz la que alternaba con la de Ernesto Pinto otro virtuoso músico popular ya desaparecido.

Ya Polonio para esa época estaba conciente de su condición de músico profesional y cada vez que era solicitado por parranderos para dar serenatas había que retratarse con él en acuerdo para pagarle por su trabajo. En cierta ocasión Pedro Urbina, Orlando Ojeda, Omar y Arnaldo Barrios lo fueron a buscar para que los acompañara y después de dar unas cuantas serenatas en el pueblo, comenzó a exigir una compensación adicional por el exceso de canciones interpretadas, comenzaron a mamarle gallo y se volteo en dirección contraria al grupo y alejándose les dijo: Si …esta bien ustedes porque son ricos se las quieren echar de plebeyos, en cambio yo soy pobre pero honrrado…piazos de rico plebeyos….”
Plebeyos es sinónimo de humilde, populachero, prosaico, Polonio invirtió el sentido de la palabra asociándola con ricos que la echaban de (ple) “bellos”…

Ocasionalmente era contratado por el Maestro del violín Rosalino (Chalino) Figueroa de Guanape cuando alguno de sus músicos faltaba, bien en el cuatro o en las maracas o como solista en la voz. En cierta ocasión faltó el maraquero que usaba unas enormes taparas llenas de guaimaros de plomo para que no se robaran el sonido del violín. Entonces al hombre se le presentó una incidencia familiar y no pudo llegar al baile. El Maestro Chalino le pidió a Ramón que ejecutara las maracas, Polonio sabía que los golpes de Chalino eran larguísimos y la disciplina del maestro era austera especialmente si alguno se quedaba en la rítmica.
Tocaron tres golpes de joropo, un merengue y un pasadoble y cuando terminaron el primer set, Polonio se dirigió al Chalino y le dijo: “Maestro no puedo más, estoy espaletao con estas taparas de maracas pesaisimas que me dio, o me consigue una maracas sencillas o no sigo más… estoy espaletao”.

Ramón Polonio Characo además de integrarse a la agrupación “Cuerda y madera” que dirige Gregorio Mota con su bandola, es un relator de cuentos de una memoria humorística particular que no alcanzaría este espacio para escribir tantas chanzas de su vida, lo reconocemos como un disciplinado cultor y excelente vocalista como ha sido probado en el tiempo de su vida profesional.

Aldemaro Barrios R.

viernes, 1 de octubre de 2010

Bandola y violín de la montaña

Desde abajo se escucha a los "yabajeros" y de arriba los montañeros que vienen al pueblo desde la Serranía Maestra de Interior de allí que su música es más ruda y más asentuada con el trabajo de jornal que estos músicos tocan.
Igualmente su repertorio contienen joropos, merengues, pasajes y otros ritmos que tocaba antiguos compositores como Juan Maria Carao entre otros golperos que viajaban de caserio en caserio en tiempos de fiesta para alegrar la vida del campesino de la montaña.
En este caso, los hermanos Solorzano Ron, Juan, Dagoberto y Bernardino son los herederos de cantos y toques que su padre Pedro Damián y Apolinar Ramirez aprendieron hacia los años 30, 40 y 50 por esas montañas entre Guárico, Miranda y Anzoátegui.